Ser padres es una gran responsabilidad, muchas veces se anhela ser padres por las razones equivocadas y aún así los hijos son una bendición sin igual.
Unos dicen que los niños vienen con el pan debajo del brazo, otros que tener hijos es hacerles una maldad porque los traen a sufrir, por allá que no existe un manual para ser padres, por acá que ser padres es instintivo y en cualquier otro rincón del mundo algunos prefieren que no les toquen ese vals ♪♫. Al final, todos antes que padres hemos sido hijos y cómo nos desenvolvemos en cada rol depende de nuestras experiencias de vida, como en todo, juzgamos según como nos haya ido o nos esté yendo en la fiesta.
Cualquier sea nuestro caso, los hijos, como dice en Salmos 127, son “saetas en manos del valiente”. Cuando comprendemos esta parte del “manual” tomamos un camino diferente al ya conocido. De chicos no necesitamos que nos “enseñen”, ya venimos preparados y aprendidos, requerimos de guía, contención, atención, AMOR INCONDICIONAL, por eso los hijos son saetas y los padres, esas manos valientes que nos proveen dirección, pero si nosotros no sabemos hacia dónde vamos, hacia dónde llevamos a nuestros hijos? Si creemos que ya lo sabemos todo, que no necesitamos ayuda, que “loro viejo no da la pata”, nos mantenemos en repeticiones familiares que no sanan. Queremos resultados diferentes haciendo lo mismo, la vida se encarga de mostrarnos que eso no es posible hasta que nos limpiemos de aquellos patrones / creencias que perturban la conexión con nuestro verdadero YO SOY.
Papá y mamá, nuestros niños son tesoros invaluables, contienen sueños y vienen a nuestra vida porque confían en nosotros para proveerles de lo mejor de nosotros para apoyarles en su camino de alcanzar las estrellas y vivir en plenitud, en amor y gratitud.
Byrlly Patricia González Pérez